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Pero Josafat preguntó:

―¿No hay por aquí un profeta del Señor? Me gustaría consultarlo.

Sí, aquí hay uno —dijo el rey Acab—, pero yo lo odio, porque jamás me profetiza algo bueno, sino todo lo malo. Su nombre es Micaías hijo de Imlá.

―¡Vamos! —respondió Josafat—. No digas tal cosa.

Entonces el rey Acab llamó a uno de sus sirvientes y le dijo:

―Ve a buscar a Micaías. ¡Date prisa!

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